sábado, mayo 10, 2008

Triste

Constantemente se nos dice que se ha de ser alegre y divertido. A menudo si preguntamos a la gente a quien les gustaria tener como pareja responden que alguien que les haga reir.

Sigo pensando que las personas somos animales de adaptación, vamos haciendonos y desarrolando habilidades sociales y afectivas diferentes a nuestra propia naturaleza.
Eso está bién. Está bién aprender a reir i hacer reir, está bién aprender a ser positivo y a animar a los demás, todo eso está bien. Pero eso no nos ha de hacer olvidar cual es nuestra propia naturaleza. Desarrollar y aprender cosas nuevas no ha de esconder nuestra propia forma de ser, esconderla , camuflar nuestro carácter puede acabar siendo contraproducente e incluso peligroso. Olvidar-se de uno mismo para ser aquello que quisieran o pensamos que quieren que seamos es a mi parecer totalmente pernicioso. Los modelos són moda pasagera en el tiempo y en la sociedad. Si ahora es necesario ser atlético,, emprendedor, divertido para ser un heroe, no hace mucho tiempo triunfaban los de aspecto melancólico, oscuro y enfermizo.
Para gustar solo hace falta ser bello y la belleza es harmonia. Un estado flexible en el que la propia esencia de cada uno sabe conjugarse con lo que no le es propio pero va aprendieno y cabab haciendolo también suyo.
Hay personas tristes y melancólicas, lo que no quiere decir que no sepan reir.
Revindico la tristeza, revindico incluso l’angustia existencial, la duda y la melancolia como base de la existencia plena i asumir lo que se es, el principio sobre el cual construir una personalidad plena y consciente, la belleza de un ser triste.

¿Y qué hacer si una noche cualquiera al ver las estrellas de un bello cielo me siento tan pequeño, pequeño , siento esta tristeza tan bella?
¿Qué hacer si recordar la felicidad de aquel querido roce me siento triste y tan , tan pequeño?

Hay una belleza especial en las cosa tristes, una blleza que no se debe repudiar por ser triste pués de esta misma belleza aprendemos la alegria de sentirse uno mismo.


Hay un pasage del libro La Broma de Milan Kundera en el que Ludvik conoce a Lucie, una mujer triste, gris, mísera, pobre, ensimismada en su tristeza. No osbtante en este pasage existe una belleza esplendida cuando los dos se despiden por primera vez y en ese momento entienden la esencia de su propio ser:

“... se fijó en mi largamente. Y despúes levanto la mano como aquel que nunca ha saludado con la mano y no sabe saludar. Que lo único que sabe es que para despedirse se ha de saludar con la mano y por eso ha decidido torpemente hacer este movimiento. Me paré y también yo agité la mano; nos mirámos desde aquella distamcia, volví a andar i volví a detenerme y así volví a caminar lentamente, hasta que di la vuelta por la esquina y dejamos de vernos.”

Hay veces en la vida en que se nos presenta cosa y a veces estas cosas se van o nos dejan y no sabemos como despedirnos de ellas. Tenemos que aprender a hacerlo y si es posible que sea bello.


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