viernes, marzo 28, 2008

Ondas

Soy moderadamente feliz. Me decía mi amigo Ramón en una carta.
Me he alegrado muchísimo. No me ha dicho soy inmensamente feliz, estoy muy feliz, ni tan sólo soy feliz.


Los execesos igual que las afirmaciones lapidarias dichas tal seguridad que pone la piel de gallina casi nunca son ciertas. Pasa como con los políticos y otras faunas cuado afirman inpudicamente ciertas cosas como si su visión particular fuera tan clara y superior a la del resto de los mortales que sin ver las cosas se las creen.


Si la felicidad es alguna cosa estoy casi seguro que ésta se encuentra en la moderación. En ese estado oscilante entre la alegria y la tristeza que entre subidas y bajadas mantiene un mínimo espació suficientemente estrecheo pero bastante amplio para poder disfrutar los minutos y las horas sin angustias ni nervios. Pero la moderación no se debe entender como sumisión a los acontecimientos, la rebeldía es el contrapunto necesario que tensiona las ondas y abre el espació necesario para que quepa la felicidad.


No soy un experto en felicidad, ni tan siquiera en tristezas que parece más fácil a primera vista. Normalmente pasamos la mayor parte del tiempo ssin darnos cuenta de lo que sentimos ni de lo que producimos a nuestro alrededor. Tampoco sé de ningún método que permita mantener ese estado de moderada felicidad cuando hay tanta cosas y situaciones que nos afectan y que pueden ampliar o estrechar ese espació tranquilo y apacible: ¿Se puede ser moderadamente feliz estando resfriado? Algo tan simple como un resfriado a veces puede perturbarnos de tal manera que inmediatamente nos atiborramos de analgésicos y de toda clase de fármacos. Tengo amigos que dicen que un resfriado se ha de curar igual que las demás cosas de la vida, también sin excesos. Y el alma a veces también se resfria, y el corazón. ¿Y qué hacemos entonces? ¿Cómo tratamos estos resfriados?


Personalmente yo suelo caer en un estado de bloqueo absoluto, en cierta medida dejo de ser o mejor dicho hago por no ser haciendo y actuando contrariamente a como debería actuar. En estos caso no soy nada moderado. Por ejemplo si sé que no puedo fumar porqué en esos momentos hacerlo es mucgo peor que de costumbre, lo que hago es fumar más i así me voy alejando cada vez más de la moderación, de la qcantidad justa y equilibrada en que fumar si pude ser un placer y aportarme cierta dosis de moderada felicidad.


Por supuesto fumar es solo una matáfora, cadacual en cada moemnto de su vida ha de saber el nombre de aquello que le falta o le sobra, la palabra justa que signifique, y entonces aquella famosa frase de “fumar es un placer” puede ser que acabe siendo cierta de verdad.


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