martes, agosto 30, 2005

Amores particulares

Si cuando quieres decir abrázame hablas por los codos y cuando me deseas haces chistes horrorosos ¿Por qué me miras así? Menos mal que nunca me dio por la bebida pero hoy hay oferta de wisky en el super. Bajaré y tal vez me pase como en la películas y entre los montones de pastas, frutas y verduras, cerca de los ultracongelados se crucen dos carritos cargados de botellas de alcohol ... y cuando vayas a buscarme enseñando mi foto a las cajeras diciendo que soy tu amigo y no tu amante , seguirás mintiendo porque ellas no sabrán leer entre línias.

jueves, agosto 25, 2005

FUEGO

Cuando de pequeños jugábamos con fuego recuerdo que las personas mayores, sobretodo nuestras madres y nuestras abuelas nos decían: No jugueis con fuego que luego os hareis pipí en la cama.

Horrorizado por los continuos y desastrosos incendios que se están produciendo últimamente, la mayor parte de los cuales son provocados, no he podido dejar al menos intentar saber porqué hay gente que incendia bosques. Esta claro que hay casos (quizás más de los que llegamos a saber) que son provocados intencionadamente por intereses económicos, pero no és menos cierto que un gran número de ellos los provocan personas cuyos actos no se a qué responden.

Hacerse pipi es un acto, un impulso incontrolado. Por lo que parece quemar bosques también lo és, o al menos eso aseguran los expertos.

La piromanía és un trastorno mental que los expertos incluyen en la categoria de las manías esquizodepresivas,junto a otros transtornos impulsivos como la ludopatía o la cleptomanía.
Una manía se caracteriza por un hiperactividad física que produce un alto grado de satisfacción y euforia extrema. Siempre según los expertos en salud mental, los pirómanos suelen ser personas melancólicas, psicópatas, esquizofrénicas, paranoicas e incluso pueden haber personas epilèpticas.

La fascinación por el fuego és un hecho normal, pero como en casi todas las cosas una fascinación placentera puede llegar a desenrollar una fascinacion enfermiza, un descontrol repetitivo del impulso de provocar un incendio que acabad convirtiendose en una conducta patoñógica.

Los pirómanos no sólo se interesan en cómo producir el incendio, sino también en cómo extinguirlo.Por eso es normal que estos acaben siendo descubiertos, ya que se les suele ver repetidamente en todos los incendios que provocan y en su extinción. En paises donde hay cuerpos de bomberos voluntarios és frecuente que el mismo pirómano sea uno de los voluntarios del grupo y sorprendentemente el más interesado y el más dispuesto a apagarlo.

Me pregunto si en paises menos desarrollados o en sociedades menos ociosas que las nuestras, donde existe una vinculación más directa con la naturaleza y los problemas diarios , donde el tiempo de cada día tiene un sentido primordial, existen pirómanos? Me pregunto si, como en muchas otras manías y cosas por el estilo, los pirómanos no són más que el producto de una sociedad enferma que no hace nada por reconducirse ni por reflexionar sobre aquello que produce.

sábado, agosto 20, 2005

TRASPARENCIAS ( VII ) Dancer

Podría decirte que echo de menos tus piernas tan bellas pués eran como cojines de tercipelo.
O simplemente decirte que me gustaria volver a verte.Cosas tan normales como que me gustas y estoy a gusto contigo.
Puedo volver a sentir mis 20 años como si fuera ahora y avergonzarme si me miraras de nuevo.
También sabría, si quisiera, seducirte otra vez con pocas palabras.
Inventarme de neuvo los paisajes que te gustaba escuchar.
Podría decirte simplemente que de vez en cuando quisiera tenerte de nuevo completo y no soólo tu imagen.
Puedo llegar a ser tan sentimental como una famosa peli de Charles Vidor.
Pero no. No. Ni siquiera tu o jo somos imprescindibles. Hoy sólo quiero bailar, sólo bailar, bailar música disco con Comunars, con Donna Summers, con Soft-Cell o con Franky goes to Holywood y por supuesto bailar, bailar y bailar hasta caer agotado con Gloria gaynor....Venga va! ¡Quién se apunta? ...3...2..1...

At first, i was afraid i was petrified
kept thinkin' could never live without you by me side
but then i spent so many nights
thinkin' how you did me wrong
and i grew strong and so you're back from outer space
i just walked in to fit you here with that sad look upon your face
I should hace changed that stupid lock
i should have made you leave you key
if i'd've know for just one second you'd back to bother me
go on now, go walk out the door
just turn around now
('cause) you're not welcome anymore
weren't you the one who tried to hurt with goodbye
did i crumble.

Did you think i'd lay down and lie?
oh no, not i will survive
oh as long as i know how to love i know i'll stay alive;
i've got all my love to give and i'll survive
i will survive, hey, hey
it took all the strength i had not to fall apart
kept trying' hard to mend the pieces of my broken heart
and i spent oh so many nights.

Just feeling sorry for myself, i used to cry
but now i hold my head up hign
and you see me somebody new
i'm not that chained up little person still in love with you,
and so you feel like droppin' in
and just expect me to be free
now i'm savin' all my lovin' for someone who's lovin' me
go on now...

Ufffff !!! I wil survive :-)

domingo, agosto 14, 2005

Desde otro águlo

Siempre iba de museo en museo y de galería en galería de arte. Quería que su amor naciera entre cuadros y pinturas. Algo le decía que allí, rodeado de tanta belleza, sus ojos encintrarían al fin otros ojos cómo los suyos que acabarían convirtiéndose en el amor de su vida.
Escuchaba a la gente decir cómo habían conocido a sus parejas: en el instituto, en un pub, por internet, en un supermercado, en un tren... pero él creía que el sitio perfecto y normal era en una exposición, entre bellezas robadas, figuras etéreas, entre colores y líneas inmortales.
Así fueron pasando los días, los meses y los años, de exposición en exposición, con un buen y bonito catálogo y una ilusión imperturbable. Con el tiempo el motivo que lo había llevado a vivir entre pinturas se fue perdiendo, mezclándose entre la niebla del olvido. Y poco a poco, sin darse cuenta, el amor hacía y por los cuadros fue creciendo y acumulando la energía capaz de convertir las nubes de los sentimientos en una atroz tempestad.

Una tarde cualquiera de visita en un museo miró el reloj y se dio cuenta que habían pasado 20 años.
Alguien pasó como una brisa huidiza ante él y al girarse creyó ver unos ojos que lo miraban, aquellos ojos esperados, aquellos deseados, aquellos conjurados.
Corrió detrás de ellos por los pasillos hasta la salida. El viento helado del norte le hizo estremecerse y entre la fina lluvia de aquella tarde vio como una silueta desdibujada se giraba de vez en cuando observándolo. Su deseo aumentaba a medida que su corazón afirmaba la certeza de su encuentro, por fin, el encuentro de su amor.
Vio cómo dos calles más arriba la figura abría las puertas de un edificio iluminado y desaparecía tras ellas. A los pocos minutos él entraba por esa misma puerta. Era un café-pub con mesas redondas de madera y taburetes de piel. Se abrió paso entre la tenue luz tejida por los hilos de humo de los cigarrillos. Apenas sin aliento encontró en una mesa del fondo los ojos que había perseguido. Tantos años sin hablar con nadie habían alimentado en él una timidez exacerbada y sin dejar de mirarla se dejó caer sobre la pared de enfrente.

Era una chica morena, con unos ojos grandes, casi negros y algo estirados; delgada y con el cabello más bonito que nunca hubiera podido imaginar que existiera.

- ¡Por fin! – pensó .- ¡Es ella, mi amor! –

Pasaron unos pocos minutos infinitamente largos y la chica se acercó. La tenía tan sólo a escasos centímetros, allí mirándolo, con unos ojos que devoraban cada pedazo de su cuerpo, unos ojos que brillaban y escudriñaban cada pliegue y cada trazo de su piel. Tenía que hablarle,. Debía hablarle. Pero hacía tanto tiempo que no hablaba , tanto tiempo sin hablar. ¿Cuánto? ¡Cuánto! Abrió los labios y se sorprendió al oír el sonido tantas veces ensayado, tantas veces querido:

- Te quiero. Tú eres el amor de mi vida –

La Chica no respondió, seguía igual, mirando, mirando, y él pensó que tal vez debía darle tiempo para reaccionar, esperar un minuto, dos, tres...y volvió a decírselo. Pero ella seguía sin responder, sólo lo miraba, lo miraba y sonreía, o suspiraba, o abría aún más los ojos. La incertidumbre poco a poco fue convirtiéndose en temor y después en miedo. Un miedo que le hacía gritar aún más fuerte te quiero, te quiero, te quiero...

Un chico se acercó hacía ella y dejando el brazo sobre su hombro le dio un beso en la mejilla.

- Rapmé, lo siento, he llegado tarde. ¿Qué haces? – dijo el chico.

- Vengo del museo y justo al llegar aquí han traído este cuadro de la exposición que estaba viendo. Era el último y como se me hacía tarde para venir, sólo vi fugazmente, pero algo hizo que me girara en el último momento y mientras salía lo he visto. Lo acaban de traer. En este café suelen traer cuadros del museo para exposiciones paralelas. Pero ha sido extraño., he visto que justo cuando salía lo cogían y lo traían hacía aquí, yo me giraba de vez en cuando y lo miraba...era...era como si me siguiese...es...es extraño ¿no? –

- Tu siempre te obsesionas con los cuadros, tienes una mente muy imaginativa. ¡Venga, vamos! ¡Que llegaremos tarde al cine! – dijo el chico.

Vio como aquel chico se la llevaba pero el no podía moverse , sus músculos no se movían, no respondían, siempre esperando, siempre esperando y ahora, ahora que al fin había encontrado los ojos que esperaba no podía hacer otra cosa que gritar más fuerte para no perderlos.

- No, no, por favor. Tú lo sabes, tus ojos lo saben. Te quiero, eres tú, sí eres tú, el amor de mi vida! –

Aún antes de salir la chica se dio la vuelta y sus ojos miraron aquel cuadro sobre la pared de aquel café. Lo miró y pensó:

- Sí, tal vez estoy un poco loca... me pareció oír que me llamaban. –




Quadre d'Amadeo Modigilani

sábado, agosto 06, 2005

TRASPARENCIAS ( VI ) Amigos

Los tres amigos aún pudieron estar unos minutos a solas mientras el médico se despedía de la familia de su primo Pero las palabras no querían salir. Quizás tampoco era necesario. Compartían en silencio la tristeza y la esperanza y, en algún rincón de sus corazones, hacían hueco para el recuerdo que habría de perdurar para siempre, saltando obstáculos que los hombres se empeñaban en poner basándose, sobretodo, en la ignorancia.
Una fina y blanca luz acunaba el camino de Perpinyà en aquella noche de esperanza. Y, más allá, cuando el sol se alzase por aquel horizonte de tierras planas y de neblinas, tal vez alguien encontraría el sueño que había estado esperando toda la vida.

L’esclau de Mercadal.

Cerró el libro con esmero. Le gustaba acariciar los libros, un manojo de hojas de papel llenas de palabras. Pasar el dedo por el borde de la cubierta, mucho más gruesa que el resto de hojas, dibujar con el dedo la forma rectangular, por el lomo y después con un chasquido remover las hojas rápidamente para que producieran un suspiro de viento.
Miró el chiquillo adormecido sobre sus piernas. Le rozó tímidamente el cabello con miedo de no despertarlo y también se dejó llevar por el aliento de Morfeo.

Había un chico que no jugaba nunca con los otros. En el recreo que solía ser a las 11 de la mañana, los niños jugaban al fútbol, a “churro va” o a “pic i maneta”. Mientras jugaba observaba de vez en cuando aquel otro niño sentado en un rincón del patio con el almuerzo envuelto en papel y dentro de una bolsa de plástico. Era largurucho y más bien flaco, con el cabello negro y largo que a la altura de las orejas tomaba la forma de ola hasta volver a caer otra vez hacía las mejillas y que le daba un cierto aspecto de la sota de la baraja de cartas. Los otros niños decían que era extraño, le lanzaban bolitas de papel con un tirachinas fabricado con una goma y un boli. Le escondían la cartera, incluso los más osados hacían bromas intentando ridiculizarlo. Pero a él, eso, parecía no afectarle.

Un día al salir al patio se quedo plantad. Los otros niños de la clase le llamaban:

-“¡Venga va, Joan vamos a jugar! Va, tú de portero!”

Joan veía a sus compañeros que lo llamaban, como todos los días. Pero aquel día Joan dio media vuelta y se encaminó hacía aquel rincón dónde se sentaba aquel niño tan extraño. Los demás niños miraban sorprendidos y algunos incluso mostraron una sonrisa de burla. Aquella decisión sabía que le reportaría el desprecio e incluso el aislamiento, pero se sentó allí, con el almuerzo que le había preparado su madre, justo en aquel rincón dónde el sol de primavera se hacía sentir tan placidamente.

- “Hola” – dijo Joan.
- “Hola, me llamo Manel”- le contestó el niño.
- “Sí, ya lo sé.Tú vives en la calle de arriba, cerca de mi casa”- le dijo Joan.

Los dos sonrieron, almorzaron y dejaron que el sol los acompañase aquella mañana mientras veían como los otros niños jugaban al fútbol. Joan sabía que nunca más volvería a hacerlo. Ya no le dejarían volver.


Se hicieron grandes amigos, y con Manel descubrió otro mundo de diversión. A Manel le gustaba disfrazarse. Cualquier día ,sin esperarlo, aparecía en su casa disfrazado de pirata y se subían al barco que era el tejado de la casa a navegar junto a las gallinas y conejos que sus padres criaban. También iban al rió, a las acequias, cogían ranas y serpientes y les hacían casas. A Joan no le gustaban las serpientes, le daban miedo, pero Manel tenía algo especial con los animales y no le hacían nada, al contrario pues parecía ser que hasta entonces sólo ellos habían sido sus amigos.
Con Manel, su pueblo, se mostró cómo un mundo nuevo. Descubrieron cuevas y riachuelos, pendientes y bosques y lo más importante, que se podías reír con alguien y no de alguien, que los amigos ríen juntos como más tarde los amigos también lloran juntos.

Un día des de lo mas alto de la montaña vieron ponerse el sol sobre las montañas vecinas iluminando las riberas del río y mientras aquellos dos niños reían una fina y blanca luz acunaba el camino en aquella noche de esperanza. Y, más allá, cuando el sol se alzase por aquel horizonte de tierras planas y de neblinas, tal vez alguien encontraría el sueño que había estado esperando toda la vida

A mi amigo Manel que siempre estará conmigo cuando río.
A mis amigos Isnel, Omar y Frederic que a pesar de la distancia también suelen estar conmigo cuando sonrío.

PD. Pido disculpas a la autora del libro “L’esclau de Mercadal” por haber osado traducir libremente, y seguramente con poco acierto, la parte que encabeza este post, pero sé que sabrá perdonar la osadía de un niño :)

Hoy es un día de celebraciones, una triste y desafortunada celebración. Hace 60 años de Hiroshima y Nagasaki. Este post y el libro que lo ha inspirado és una apuesta por la amistad por encima de los obstáculos que los hombres se empeñan en poner basandose, sobre todo, en la ignorancia.

martes, agosto 02, 2005

Dependencias

Y es que no hay droga mas dura
que el amor sin medida
y es que no hay droga mas dura
que el roce de tu piel.
Revolver

Las personas somos animales de adaptación. Pero a diferencia de las otras especies no solemos adaptarnos al medio sino que al contrario somos nosotros quienes lo adaptamos a toda una serie de hechos culturales y grupales.
Solemos reflexionar sobre nosotros mismos inmersos en el término “generación”, un espació temporal que no sé muy bien a que directrices responde, pero al parecer 10 años es el tramo que nos diferencia y nos marca a unos y a otros.
A pesar de ello este estudio sociológico por décadas es más bien reciente, de hecho pertenece al siglo XX. Antes sólo algunos campos del arte como la literatura había utilizado este término pero nunca con un alcance tan amplio que envolviera a todas las personas cuyo rasgo en común se basa en el hecho que su adolescencia y o juventud se desarrolla en este periodo.
Es sobretodo a partir de los años 60 con la aparición de un movimiento social como el hippy cuando se empieza a hablar de generaciones. Un movimiento marcado por un hecho excepcional y nuevo en el estudio del comportamiento humano como es la música. La música y la forma de entenderla amplia y desarrolla toda una serie de conductas y maneras de vivir, de vestir, de modos y cuya influencia abarca otros campos del arte como la pintura, la arquitectura, el cine, la moda...

Mi generación fue la de la transición y el comienzo de la democracia, la generación de la libertad sexual, de la “movida”, del antisistema, de la diversión y de la trasgresión. El mercado y los mass-media aún no habían desarrollado toda la maquinaria suficiente para engullir, manufacturar y producir comercialmente todo aquello que suponía ser nuevo y diferente.
Cualquier cosa, por pequeña que fuera, que hacías fuera del margen establecido comportaba una carga ideológica y te hacía sentirte parte de un grupo especial y único. Ser objetor de conciencia era entonces algo más que librarte de hacer la mili. Fumarte un porro a escondidas era todo un ritual que contenía muchos matices más allá del simple hecho de colocarte y pintarte la ralla de los ojos o el cabello era una autoafirmación de la propia personalidad. O al menos eso creíamos...

Creo que hay un tiempo para experimentar, un tiempo de búsqueda, de descubrimiento y eso está bien, incluso creo que es positivo y bueno. Pero algo falla o falló...
Por el camino se ha quedado mucha gente y siguen quedándose o bien se encuentran anclados y aislados en una burbuja que se ha convertido en su único mundo irreal. Del descubrimiento y la experimentación se pasó a la dependencia y es aquí, en este punto, dónde todo se viene abajo, donde dejas de ser tú y ya no hay nada que descubrir o aprender y los días se convierten en un estado de sonambulismo constante y repetitivo.
¿Cuándo la droga asume el papel de vida y reemplaza la persona? No lo sé. Sí sé que ocurre, y que cualquier cosa es una droga dura en potencia. El café, la televisión, la moda, el sexo, el amor o la soledad.
Uno puede terminar dependiendo de cualquier sustancia o estado y afrontar la realidad en que te encuentras no es nada sencillo ni fácil.
No hay una droga más dura que otra, hay momentos en que somos más débiles que otros y creo que es en esta debilidad dónde se encuentra el punto de inflexión en el cual puedes caerte al vacío o no. ¿Cómo saberlo o cómo afrontarlo? Tampoco lo sé, pero no me valen las teorías que afirman que la adolescencia es un periodo de cambios fluctuantes e impredecible.
Tal vez deberíamos (re)estudiar y (re)descubrir cómo era ese paso por la juventud en otras culturas y en otras épocas porque quizás también un tiempo pasado sí fue mejor en algunas cosas.