viernes, noviembre 02, 2007

Tan sólo un silencio



Existe un silencio plano, sincero y dulce. Un silencio de la mañana que es como la miel que se deshace en la garganta.
Existe un silenció al atardecer cuando se encuentran la noche y el día, y hay un silencio amable que sólo pertenece a uno mismo.

Llegamos a Estambul un jueves por la tarde. El sol se ponía detrás de miles de edificios, cúpulas majestuosas, orgullosos minaretes y colinas de tierra roja y cansada.
Desde el autobús que nos llevaba al hotel, rodeados de turistas, la ciudad se abría extendiendose con fuerza, cambiaba colores, presentía mares, se perfumaba en cada esquina. Hervía llena de tiempo, de palabras, de deseos, de secretos. Tú a mi lado hervías, también lo hacía yo, todo hervía como en aquellos versos de Marc que parecían una premonición: “bullira el mar com la cassola al forn, mudant colors i l’estat natural...”

Cuando llegamos al hotel ya oscurecía. Desde la ventana mientras comíamos unos dulces de anís y pistachos que habíamos comprado en un tienda de la calle, oímos la llamada a la oración. Respiravas rítmicamente, te havías dormido entre mis brazos.
Así fue el primer día en Estambul, casi como un silencio.

Hay un silencio único que sólo pertenece a uno mismo. Es un silencio tierno y dulce, que perdura, que vuelve de vez en cuando, que da ganas de vivir. Hay un silencio que me recuerda aquellos dulces de antes como l’arrop i talladetes (*).


(*) L’arrop i talladetes es un dulce típico valenciano. L’arrop es un jarabe a base de almívar concentrado de mosto de sabor muy dulce. Al jarabe se le añaden “les talladetes” trozos de melón o calabaza. Se elaboraba de manera tradicional y se vendía en ferias y mercados. Ahora practicamente ha desaparecido ya que su sabor y olor en nada se parace al de los dulces industriales.


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