jueves, enero 12, 2006

¿ Y si sí, y si no?

Una sonrisa me pierde. Lo sé. Me pierde y me hace perder cualquier atisbo de sensatez, de madurez, de razón.
Me hundo en una mirada. Lo sé. Me hundo y me ahogo empujado por corrientes caprichosas, sin rumbo, sin destino, sin puerto
.

Discernir entre lo que es y lo que queremos que sea suele ser un arduo y complicado menester. Tendemos a pensar como cierto lo que quisiéramos que fuese, incluso cuando existen signos evidentes de todo lo contrario los obviamos o los rehusamos, sin miramiento, y los transformamos por aquellos otros signos anhelados y deseados.
Una sonrisa puede significar muchísimas cosas. Una muestra de amabilidad, una reacción inmediata al estado de ánimo de la persona, un tic y por supuesto también, puede ser una insinuación.
Pero cuando alguien nos atrae obviamos (in)concientemente? todas las demás posibilidades. La única válida es aquella que querríamos que lo fuese.

Enamorarse es una trampa que la mayoría de veces construye uno mismo. Querer es una necesidad sana y saludable si la practicamos desde el principio que querer en si ya nos hace felices. Pero lo que suele pasar es que la necesidad de amar suele esconder la verdadera necesidad, la de ser querido.
Cualquiera puede amar a cualquier persona, animal o cosa, pero nuestro propio querer no debe y no puede hacer que los otros nos quieran. Se trata de una cosa tan obvia que todo el mundo sabe y nos damos cuenta de ello. Pero ay! ¿La aceptamos?

Cuando escucho canciones o leo o veo historias de grandes amores siempre hay una entrega total del/ de la amante hacía el/la amado/a. Parece ser que entregarse totalmente al otro es la muestra más sublime de amor. “Sin ti no soy nada” dice una canción.

Encontrar la claridad y el punto exacto en que una persona lo es todo y se reconoce a sí misma junto a la persona querida seria el momento en que me atrevería a decir con contundencia que “amamos”. Tan solo se trata de cambiar el chip y pasar del “sin ti no soy nada” al “contigo lo soy todo”. Pero claro nadie ha dicho que sea fácil.

Me estremece sentirme completo entre unos brazos que los sé no míos. Tal vez por eso éste es el amor que aparece y no dura. Puede ser por eso que los poetas no se cansan de escribir a la añoranza, porque sólo el recuerdo de uno mismo marca la distancia exacta que me puede estremecer al pensar en tus brazos sin que mi propio deseo confunda estremecer con estreñir.