martes, diciembre 27, 2005

Sin paracaidas

Si todo fuese como planear esquivando corrientes de viento.
Subir cimas y lanzarse, sin miedo.
Pero no sé de donde viene esta astilla que de ves en cuando se empeña en herir. No sé porqué no llega la palabra quando tiene que hacerlo sino cuando ya está vacía y la caricia para la cual fue creada es como un arañazo profundo que abre las puertas a la tristeza. A veces a las águilas se les hiere una ala y su vuelo valiente resulta inutil contra los vientos capichosos. Tal vez, entonces, lo mejor sea dejarse caer, esperar que el golpe sea suave y guardar las fuerzas necessarias para curarse.


"Del sud, d´alla on la terra mor, d´alla on la calor, no em deixa veure el sol. Sóc del sud i el meu caminar, s´ha fet tant complicat, que ja no veig el nord. Del sud, la terra dels enganys, la terra d´amargors que sempre assequen plors. Sóc del sud, país que ja no hi és, que s´amaga del temps, dins el cor de la gent. Sóc del sud del meu cor. Sóc del sud del meu món. Sóc del sud del record, d´uns països sense nom. Sóc del sud dels sentiments. Sóc del sud de les arrels. Sóc del sud i porte als ulls, llàgrimes de lluita i futur. " (Obrint Pas i Miquel Gil)

jueves, diciembre 22, 2005

Regalo de Navidad

Hoy teniamos merienda de Navidad.tengo la suerte de trabajar con amigos. A algunos ya los conocía, con otros nos hemos ido conociendo. Ahora ya hace casi 5 años que estamos juntos, en un trabajo que nos gusta, en el cual nos sentimos cómodos y en un proyecto que nos ilusiona. Trabajamos a gusto porqué vivimos a gusto las horas que pasamos juntos y que son muchas a lo largo de la semana, también con diferencias que solemos arreglar en sólo dos minutos, una sonrisa, un beso o un abrazo.
Hoy después de comer nos hemos ido corriendo a prepararlo todo. No nos hemos regalos tipo “el amigo invisible” y esas cosas, pero en un momento determinado Fani me ha dicho:

- Os he dejado un regalo a cada uno. El tuyo lo tienes sobre tu mesa.-

He ido y he encontrado mi regalo: una hoja de papel escrita. Le he dicho que lo pondría aquí.

“Una vez la vida me hizo saltar y una vez la vida me hizo querer.
La vida que s’escurre entre las manos y hace trocitos lo que no sé decir y es como la luz de una pequeña estrella, día tras día, mientras tu, yo, é, todos, damos vueltas en el tiempo sin llegar a comprender-lo, sin ver como se aleja; dentro de cuatro paredes, dentros de cuatro cajones, y que tu, y que yo, tan diferentes buscamos para saber, para vivir.”

Nunca he hablado de mi trabajo aquí, ni de msi compañeros. Pero este regalo que puede parecer tan simple, és un regalo desde el corazón. Como todo aquello que yo escribo a veces aquí, como todo aquello que m’he escribo a mi mismo, como todo aquello que escribimos aquí o en nuestra mente y que es tan senzillo.Vivir.
He tenido la suerte de encontrar amigos a quienes quiero en este espacio en el que ahora escribo. He teniso la suerte de trabajar con amigos a quienes quiero. Este regalo es pués para todos y todas, un regalo de Navidad para todos y todas que sois mis amigos y para mis amigos con quienes trabajo, Fani, Glòria, Elvira, Gemma y los dos Fernandos (jejeje , hay dos).
Tal vez podría vivir sin dinero o sin amantes pero no podría vivir sin amigos.

Gracias por estar aquí y por ser tan diferentes pero tan cercanos.

miércoles, diciembre 14, 2005

Palabras de amor que nunca diria

Mira que hemos hecho tonterias.Mira que hemos hecho barbaridades. Mira que nos hemos reido como el día que nos caímos de la cama encedidos de deseo. Mira que hemos insinuado, mira que hemos recorrido de mil maneras nuestros cuerpos...pero a pesar de todo, no se porqué, siempre recordaré la primera vez que con tu mano acariciaste mi mejilla y me diste el primer beso.

jueves, diciembre 08, 2005

Ya estamos aquiiiiiiiiii !

En los últimos años los he visto, cada vez más pronto, cada vez más perfectos en el arte de la simulación y el engaño. Han tardado, pero poso a poco ha ido aumentando su numero. Los veo al volver del trabajo, en el camino que hago todos los días al volver a casa. No es un camino largo, apenas cinco minutos del trabajo a casa.
Primero vi uno a casa de la Irene y la Concha, dos vecinas mayores que viven solas. Hasta hace un año o dos no solían acechar a la gente mayor, deambulaban por las casas de parejas jóvenes y sobretodo con hijos pequeños, sus primeras víctimas inocentes, más fáciles de engañar con caramelos y chucherias, escondidos tras unos rostros demasiado alegres, sospechosamente amables y bondadosos.
En los últimos días se me hace larguísimo llegar a casa, en cada esquina voy encontrándome con muchos más, cada día más numerosos, los veo encaramarse por las ventanas y los balcones, incluso ya a pleno día. Ya no esperan la noche y si lo hacen ya no temen ser descubiertos, su osadía es tan clara que no dudan en iluminar su camino con luces intermitentes de mil y un color y vestidos cada vez más llamativos.
Anoche cuando cerraba las puertas del trabajo bajo la fina luz de las farolas y un frío intenso helaba mi alma sentí por primera vez su aliento de plástico cerca de mi cuello y el terror petrificó mi cuerpo. Mis manos heladas dejaron caer las llaves al suelo, mientras mi cabeza intentaba inútilmente dar ordenes a mi cuerpo inerte. Tenía que huir, correr, sabía que estaba a poco centímetros de mí y no quería ver-lo, no quería levantar los ojos y enfrentarme a la angustiosa realidad de que aquel podía ser el último instante de vida. Los recuerdos de mi infancia volvieron rápidos cómo un mecanismo de defensa biológico y pensé que siempre había sido un niño miedoso. Por unos segundos la seguridad volvió y con la serenidad de un hombre hecho y derecho levanté la cabeza. Entonces lo vi, vi sus ojos amarillos y brillantes, una enorme boca de dientes afilados abalanzarse sobre mí mientras me clavaba sus garras y el hedor de su aliento acompañó las últimas palabras que escuché: ¡Ya estamos aquiiiiiiiiiiií!!!!!!
En aquellos eternos momentos me di cuenta que la peor amenaza de nuestra especie es la incredulidad.

jueves, diciembre 01, 2005

Attendez!

Qué decir cuando los días pasan volando sino dejarlos correr cómo si fueran ciervos sonrientes o águilas de suave vuelo.
Ya no querría nada que no fuese un cielo sin nubes.
Una cafetera llena de besos, la mesa preparada y alguien al otro lado guiñandome el ojo.
No haría falta decirte: ¿bailas? No, no sería necesario.Te cogería la mano y las ventanas volarian, y el suelo desaparecería, y las paredes florecerían y los días serían sólo el tiempo que dura una canción. Y ya estaría bien. ¿No crees?
(fotografia de Mapplethor)